diumenge, 18 de maig del 2008

XIII Missa d'en Roger

Roger estaba apunto de empezar el sermón del domingo cuando sonaron las campanas de la Santa Catedral de Lleida

DING, DONG, DING, DONG

Bienvenidos queridos hijos.

Hoy hablaré sobre los pecados, sí, me acuerdo que hace poco que hablé de ellos, pero quiero volver a hacerlo, sin embargo, de un modo distinto.



"Prehistoria IV: Los pecados
Los humanos habían descubierto la acedía, habían despreciado el amor de Dios, porque preferían las cosas materiales que Él había creado. Habían tomado con placer una parte de lo divino, olvidando que era necesario amar al conjunto. Oane no estaba allí para guiarlos, él que había sido el único en comprender lo que era el amor del Altísimo. Ahora solos, privados de su guía, los humanos no sabían diferenciar la virtud del error.

Se podía ver entonces a algunos comer más que lo que el hambre les pedía, tomando un placer que no hacía más que agrandarse. El gusto dulce de las frutas, el calor de la carne y la embriaguez del alcohol tomaron paso sobre los placeres simples de la vida. No había ya el menor lugar en sus placeres para el suave olor de las flores, ni para la belleza de los paisajes. Llegaron a tal punto que incluso los numerosos frutos de su trabajo no bastaban para colmar sus deseos.

Es cuando la gula rompió los vínculos que unían a los hombres y a las mujeres. Cuando uno guardaba para sí el fruto de su propio trabajo y se negaba a compartir. El fuerte producía más, comía más, bebía más, y pasaba a ser más fuerte. El débil producía menos, comía menos, bebía menos, y se debilitaba. La comunidad de los hombres y las mujeres se dividía debido a su gusto inmoderado de las cosas materiales, que los condujo a la avaricia.

Entonces, el hombre y la mujer se hicieron orgullosos. El fuerte se puso a despreciar al débil, que no podía alimentarse tanto como él lo deseaba. Como la Criatura sin Nombre, pensaban ahora que el papel del fuerte era dominar a los débiles. Ella vio que la hora de su venganza había llegado. Se movió entre la sombra y se acercó a los que se despreciaban, ya que no tenían bastante para alimentarse. Les dijo: ¿porqué ustedes se dejan tratar así, porqué no invertir los papeles?.

Y el débil se puso a envidiar al fuerte. El fuerte, satisfecho con su situación, no veía al débil preguntarse porque eran menos que ellos. La Criatura sin Nombre rebosante de alegría, ya que sentía la hora de su gloria. Murmuró a la oreja del débil y atizó su deseo. La cólera tronó en el corazón del débil, que se rebelaba internamente contra esta injusticia. Le preguntó: ¿por qué tener este sentimiento en su espíritu y no dejar expresarla?

Entonces, el hombre y la mujer sorprendieron a sus hermanos y a sus hermanas. Tomando un cuchillo y una hacha en cada mano, cada uno alcanzó al otro en una tormenta de violencia y destrucción. Acababa de ser inventada la guerra, que alcanzó su paroxismo cuando cada uno se puso a quemar la casa y a devastar los campos del otro. La Criatura sin Nombre fue de nuevo cerca de los que la escuchaban y les dijo que la violencia y el odio les permitirían en adelante dominar a su prójimo.

El hombre tomó entonces a la mujer y la mujer tomó al hombre. El fuerte abusó del débil y el débil sufrió por el fuerte. Todos se unieron en una orgía bestial de estupor y violencia. Sus cuerpos mezclados reflejaban las llamas de las casas que quemaban. La comida se devoraba, la bebida absorbida. Las palabras suaves fomentaban los gestos indecentes. Una verdadera orgía de vicio tenía lugar. Y del amor de Dios no se supo ya. "

Hijos, no debemos abusar de los placeres de la vida, no debemos caer en la tentación y en la avaricia, por que esto solamente nos conducirá hacía el mal camino.
Sin embargo, hay gente débil y cae rápidamente a la tentación del Maligno, cuyo solamente busca sembrar la discordia a los de su alrededor.
Entonces hijos míos, entonces es cuando la criatura sin nombre es feliz, en esos momentos es cuando disfruta y se siente victoriosa. Cuando consigue que entre los habitantes de un mismo pueblo hayan discusiones y peleas, ya que este es su único fin.
¿Cuando terminaremos con todo esto? ¿Cuándo conseguiremos que la Criatura sin Nombre nos deje tranquilos y podamos volver a gozar de la vida? Pues la respuesta es clara y simple, queridos fieles, cuando consigamos terminar con los que siembran su palabra.
Debemos ser fuertes, resistir y no creernos todo lo que nos dicen, no dejarnos llevar por sus bonitas palabras, no dejarnos alumbrar por sus promesas y no creernos nunca su palabra.
Sin sus predicadores, sin gente que apoye al Maligno, éste no podrá hacer nada, y por fin volverá a reinar la paz y la tranquilidad en nuestras tierras, que falta hace.


Y para terminar el sermón de hoy, recemos juntos;

Creo en Dios, el Altísimo todopoderoso,
Creador del Cielo y de la Tierra,
de los Infiernos y del Paraíso,
Juez de nuestra alma en la hora de la muerte.

Y en Aristóteles, su profeta,
El hijo de Nicómaco y Faestis,
enviado para enseñar la sabiduría
y las leyes divinas del Universo a los hombres perdidos.

Creo también en Christos,
Nacido de María y Giosep.
Dedicó su vida para mostrarnos el camino del Paraíso.
Por ello después de haber sufrido con Pilatos,
Morir como martir para salvarnos.
Alcanzó el Sol donde lo esperaba Aristóteles a la derecha del Altísimo.

Creo en la Acción Divina;
En la Santa Iglesia Aristotélica Romana, única e Indivisible;
En la comunión de los Santos;
En el perdón de los pecados
en la Vida Eterna.



Amén